martes, 9 de abril de 2019

Evangelio del 9 de abril. Martes 5º de Cuaresma.

Lectura del Evangelio según Juan 

Jn 8,21-30

Jesús les dijo otra vez: 
«Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.» 
Los judíos se decían: 
«¿Es que se va a suicidar, pues dice: `Adonde yo voy, vosotros no podéis ir'?»
Él les decía:
«Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados.» 
Entonces le decían: 
«¿Quién eres tú?» 
Jesús les respondió:
«Desde el principio, lo que os estoy diciendo. Mucho podría hablar de vosotros y juzgar pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he oído a él es lo que hablo al mundo.» 
No comprendieron que les hablaba del Padre. Les dijo, pues, Jesús: 
«Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él.»
Al hablar así, muchos creyeron en él. 


Jesús les dijo otra vez: Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.
El pecado del que habla Jesús, el pecado en el Evangelio de Juan, no es el pecado en sentido moral, sino el pecado en sentido teologal. Los dirigentes judíos eran, moralmente hablando, irreprochables; rezaban mucho y sus vidas giraban en torno al templo. Pero no podían llegar a Dios porque les faltaba la Luz de la fe en Jesús. Pretendían llegar a Dios siguiendo por el camino de la ley; un camino distinto al Camino. Ese es su pecado.

Esto puede ser un buen toque de atención para los cristianos piadosos. ¿Quizá sabemos mucho de devociones, pero conocemos poco a Jesús? Recordemos el consejo más sabio de san Juan de la Cruz: Pon los ojos sólo en él. Subrayemos con fuerza el SÓLO.
Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que Yo Soy.

Para conocer de veras a Jesús, el Yo Soy, el Hijo del Hombre, el Dios hecho carne, debemos contemplarle crucificado. El Papa Benedicto escribe: Cuando Jesús dice YO SOY (nombre que Dios se da a sí mismo desde la zarza ardiente en Ex 3, 14), nos muestra su unicidad con el Padre. La zarza ardiente es la cruz. La suprema instancia de revelación, el YO SOY y la cruz de Jesús son inseparables. Entonces sí sabremos; mirando a la cruz lo aprendemos todo. Es ahí, en la cruz, donde la gloria de Dios alcanza su máximo esplendor. Así lo proclama el Evangelista Juan: Nosotros hemos contemplado su gloria, gloria como de Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad (Jn 1, 14).


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 



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