viernes, 28 de junio de 2019

Evangelio del 28 de junio. Sagrado Corazón de Jesús.

Lectura del santo Evangelio según Lucas
Lc 15, 3-7


Entonces les dijo esta parábola: 
«¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar la que se perdió, hasta que la encuentra? Cuando la encuentra, se la pone muy contento sobre los hombros y, llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos y les dice: `Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.' Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión.» 



Al encontrarla, se la echa a los hombros contento, va a casa, llama a amigos y vecinos y les dice: Alegraos conmigo pues encontré la oveja perdida.
La celebración de esta fiesta del Sagrado Corazón, tan magníficamente ilustrada con la parábola del pastor y la oveja perdida, debiera acrecentar en nosotros el asombro y el estupor ante el amor de Dios que sobrepasa todo lo imaginable. Porque, tanto amó Dios al mundo que nos dio a su Hijo (Jn 3, 16). Y este Hijo nos amó hasta el extremo(Jn 13, 1). La prolongada contemplación del pastor, tan contento con su oveja sobre los hombros, nos adentrará en esta grandiosa realidad.

El Papa Francisco dice: El sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús es que descubramos cada vez más y nos envuelva la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de Cristo, revelación de la misericordia del Padre. La fidelidad de Dios nos enseña a acoger la vida como acontecimiento de su amor y nos permite testimoniar este amor a los hermanos mediante un servicio humilde y manso.

En el momento en que comenzamos a captar la grandiosidad del amor misericordioso de Dios, hacemos de ese amor el núcleo de la vida. Entonces nos reconciliamos con nuestra pequeñez. Incluso nos resulta hermoso vernos pecadores, porque así resplandece con mayor brillantez la misericordia del Padre.

Para el pastor, para Jesús, la oveja más desvalida es la más importante de todas. Esto lo acabamos de entender solamente cuando nos vemos a nosotros mismos totalmente perdidos primero, para luego vernos sobre los hombros del pastor. Es muy cierto aquello de que, ¡qué sabrá de salvación quien no sabe de pecado!



Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 



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