miércoles, 18 de septiembre de 2019

Evangelio del 18 de septiembre. Miércoles 24.

Lectura del Evangelio según Lucas 

Lc 7,31-35


«¿Con quién, compararé, pues, a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo:
`Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no habéis llorado.'
Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: `Demonio tiene.' Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: `Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publícanos y pecadores.' Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos.»



¿Con qué compararé a los hombres de esta generación?
La frase precedente decía: Los fariseos y los doctores de la ley rechazaron lo que Dios quería de ellos. Es evidente que Jesús se refiere ahora a esos dirigentes de la religión judía. ¡Tan religiosos ellos! ¡Tan convencidos de estar en posesión de la verdad! ¡Tan instalados y tan seguros de sí mismos! ¡Tan poco receptivos! ¡Tan centrados en lo que no es el centro de la cosa! ¿Qué sacamos con ser perfectos si no hacemos nuestro el tesoro del Reino?

Son como niños sentados en la plaza, que se dicen entre ellos: Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos cantado endechas y no habéis hecho duelo.
Nunca satisfechos con la música nueva; ni la del Bautista, ni la de Jesús. Siempre repitiendo la sonata de siempre. Esa sonata que, con la llegada de Jesús, ha perdido todo sentido. Instalados en la rutina y en la monotonía. No saben de interioridades ni de intimidades. Están satisfechos con la solemnidad de sus liturgias y la grandiosidad de sus estructuras religiosas. 

Pero la sabiduría se acredita por sus discípulos.
La Sabiduría de Dios está encarnada en Jesús; es Jesús. Sabiduría, sinónimo de verdad y de amor. Jesús, la suprema revelación de Dios. Sus discípulos somos hijos de la Sabiduría porque la escuchamos y la hacemos nuestra.
Jesús nos invita a hacer un camino de fe lleno de dinamismo; con el corazón abierto a la siempre novedosa sinfonía del Espíritu. Una autora escribe: Acercaos a la Palabra, haced silencio y escuchadla porque solo cuando los oídos han captado la música, pueden los pies ponerse a danzar. Consentid que os alcance la melodía de su flauta: Gloria a Dios, paz a los hombres.


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


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