jueves, 27 de diciembre de 2018

Evangelio del 27 de diciembre. San Juan, Evangelista.

Lectura del santo Evangelio según Juan 
Jn 20,2-8

Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: 

«Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.»

Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio los lienzos en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.


El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.
Pedro y Juan se echan a correr también. Los tres, ella y ellos, han estado con Jesús mucho tiempo. Le han oído hablar de su muerte y resurrección. Pero no lo han creído. Están desconcertados. Para creer en el Resucitado cada uno ha de hacer su propio recorrido; no es suficiente la fe heredada de nuestros antepasados.

Desde luego, lo que Juan nos transmite en su Evangelio es el resultado de una vida de una profunda experiencia personal. Juan proyecta sobre la persona de Jesús una luminosidad única. Todo lo que escribe lo hace a la luz de la Resurrección.

Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro. Se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo, pero no entró.
Son dos recorridos de fe. Cada uno tiene el suyo. Unos, como Pedro, podemos ser más lentos; más de la ley y de la autoridad eclesial. Otros, como Juan, podemos ser más rápidos; más del carisma y del profetismo. Pero Juan respeta la autoridad y espera a Pedro: Entonces entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

¿Qué es lo que vio? Lo mismo que Pedro: solamente un sepulcro vacío. A Jesús no le ven. Pero Juan cree. Hasta ahora no había entendido las Escrituras. Ahora las entiende. Juan necesitará paciencia para esperar a que también a Pedro se le iluminen las Escrituras.























Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 

            

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