martes, 25 de diciembre de 2018

Evangelio del 26 de diciembre. San Esteban, protomártir.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 
Mt 10,17-22

Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.

Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.


Esteban era hombre lleno de fe y Espíritu Santo. Fue uno de los siete discípulos elegidos por los apóstoles para atender a las viudas de lengua griega. También a Esteban, como al Señor, lo echaron fuera de la ciudad y le apedrearon. Murió, también como el Señor, perdonando: Señor, no les tengas en cuenta este pecado (Hechos 6 y 7).

¡Cuidado con la gente! Os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas.
No será porque el Señor no nos lo haya advertido. ¡Repite tantas veces que seremos perseguidos y que el discípulo no es más que el Maestro! Claro que, en nuestro caso, la persecución no suele llevar el sello de un enemigo exterior. Para nosotros suele tratarse, más bien, de sufrimientos provocados por quienes tenemos cerca. Así es cómo todos los seguidores de Jesús, todos sin excepción, encontramos situaciones que exigen exprimir lo mejor de nuestra fe y ponernos detrás del Maestro cargando con nuestra cruz. El martirio, de una u otra forma, es cosa de todo ser humano. A nosotros, los cristianos, nos corresponde ser mártires copiando a Jesús en dos cosas: la confianza en el Padre y el perdón.

Esteban, antes de morir, pronunció palabras parecidas a las de Jesús: Señor, recibe mi espíritu. Y, como Jesús, murió perdonando: Señor, no les tengas en cuenta este pecado. En verdad, los discípulos no somos más que el Maestro. Dice el Papa Francisco: Al hacer espacio dentro de nuestro corazón al Hijo de Dios que se dona a nosotros en la Navidad, renovemos la alegre y valiente voluntad de seguirlo fielmente como único guía.


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


No hay comentarios:

Publicar un comentario