martes, 19 de febrero de 2019

Evangelio del 20 de febrero. Miércoles sexto.

Lectura del Evangelio según Marcos 


Llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le toque. Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntaba: 


«¿Ves algo?» 

Él, alzando la vista, dijo: 

«Veo a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan.» 

Después, le volvió a poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas las cosas. Y le envió a su casa, diciéndole: 

«Ni siquiera entres en el pueblo.»





Le llevaron un ciego y le pidieron que lo tocase.
No sabemos el nombre del ciego. Podemos ponerle nuestro propio nombre. Tengamos presente que el milagro tiene lugar después de haber dicho Jesús a los discípulos: Tenéis ojos, ¿y no veis?

Le llevaron: Dios nos trae, Dios nos lleva. Usa de intermediarios: padres, maestros, amigos… El Padre nos va lleva a Jesús y Jesús al Padre: Nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre (Jn 6, 65). Nadie va al Padre sino por mí (Jn 14, 6).

Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo y, habiéndole puesto saliva en los ojos le impuso las manos y le preguntaba: ¿Ves algo?
Los dos solos. Agarrados de la mano. Fuera del pueblo. Sin intermediarios. Momento decisivo para el ciego. Momento decisivo en el camino de la fe y del discipulado. El Papa Francisco comenta: Lo primero que Jesús hace es llevar a ese hombre lejos de la multitud. No quiere que su palabra sea cubierta por la confusión de las voces del entorno. La Palabra de Dios que Cristo nos transmite necesita silencio para ser acogida como Palabra que sana, que reconcilia y restablece la comunicación.

Mientras recobraba la vista dijo: Veo hombres; los veo como árboles, pero caminando.
Es largo el camino hasta la visión nítida de la realidad. El ciego no ve correctamente a los hombres; como los discípulos, comenzando por Pedro, no vemos correctamente al Hijo del Hombre. Jesús volvió a poner sus manos en los ojos del ciego, hasta que éste quedó curado, de suerte que veía de lejos claramente todas las cosas. Necesitamos tiempo para que nuestra visión humana de la realidad se asemeje a la visión divina.

















Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


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