Lectura del santo Evangelio según Marcos
Mc 10,13-16
Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él.» Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.»
Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían.
Suponemos que reñirían a las mamás de aquellos niños. Para los discípulos el seguimiento de Jesús es algo serio; algo que debe estar por encima de las nimiedades de la vida diaria. ¡Qué pronto comienzan a rodearse de una aureola de importancia! Están lejos de entender el reproche de Jesús: Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios.
Los niños son para Jesús un buen ejemplo para explicar cómo aceptar el reino, y cómo abrir el corazón a la novedad del reino. Ellos confían en los que saben más que ellos y esa confianza les permite aprender todo en la vida. No ponen condiciones, no ponen razones, ni impedimentos, ni excusas. Esta actitud confiada es la que es necesaria para aceptar el reino (Papa Francisco).
Santa Teresa de Lisieux es la gran maestra de la infancia espiritual. Ella, tan consciente de su incapacidad para cumplir sus deseos de ser santa, se sabe parte del grupo de pobres y pequeños a los que Jesús declara dichosos en el Sermón de la montaña; se sabe privilegiada. Y nunca se sentirá atraída por ningún tipo de grandeza: Jesús se complace en enseñarme el único camino que conduce a esta divina hoguera. Este camino es el abandono del niñito que se duerme sin miedo en los brazos de su padre.
Hagamos nuestra la súplica de Miguel de Unamuno: Agranda la puerta, Padre, - porque no puedo pasar; - la hiciste para los niños, - yo he crecido a mi pesar. – Si no me agrandas la puerta, - achícame, por piedad; - vuélveme a la edad bendita – en que vivir es soñar.
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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