Lectura del santo Evangelio según Marcos
Mc 10,28-31
Pedro se puso a decirle:
«Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
Jesús dijo:
«Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros.»
Pedro se puso a decirle: ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
El texto paralelo de Mateo añade: ¿qué recibiremos, pues? (Mt 19, 27). Pedro aprovecha el momento en que aquel hombre rico se marcha triste, incapaz de desprenderse de sus riquezas para seguir a Jesús. Pedro y sus colegas, que sí lo han dejado todo, esperan que Jesús hable de recompensas concretas; de las dignidades y títulos de cada uno en el nuevo reino de David. El seguimiento de aquellos discípulos es interesado.
¿Como el nuestro, quizá? ¿Quizá podemos hacer nuestra la reclamación de Pedro? ¿Qué esperamos obtener de nuestra fidelidad al Señor? ¿Quizá la vida eterna? ¿Quizá esperamos que el Señor nos ayude a resolver los problemas de la vida o nos libere de los demonios que llevamos dentro?
Cuanto más avancemos en el seguimiento de Jesús, menos pensaremos en nosotros mismos; más nos adentraremos en la atmósfera divina de la gratuidad. Es una actitud expresada muy bien en el famoso soneto, NO ME MUEVE MI DIOS PARA QUERERTE. Soneto que concluye así: NO ME TIENES QUE DAR PORQUE TE QUIERA, - PORQUE AUNQUE LO QUE ESPERO NO ESPERARA, - LO MISMO QUE TE QUIERO TE QUISIERA.
Eso es gratuidad. ¡Qué bonito suena y qué difícil es! ¡Cuánto nos gustan halagos y reconocimientos, aunque digamos lo contrario! Para asumir la gratuidad como norma de vida, ahondemos, Evangelio en mano, en esta suprema realidad: Dios es amor y su amor es gratuito e incondicional. El aceptar o no aceptar el amor de Dios no es lo más importante. Lo más importante es que Él nos ama y no habrá nada que pueda separarnos de ese amor. ¡Nada!
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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