Lectura del santo Evangelio según Mateo
Mt 5,17-19
«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Os lo aseguro: mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una tilde de la ley sin que todo se cumpla. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.»
No penséis que he venido a abolir la ley y los profetas. No vine para abolir, sino para cumplir.
Mateo escribe su Evangelio para cristianos procedentes del judaísmo. Por eso trata de apaciguar ánimos en aquellos momentos tan delicados en que muchos no aceptan romper con el pasado judío. El libro de los Hechos de los Apóstoles es testigo de las fuertes tensiones que se dieron y que acabaron con el concilio de Jerusalén (cap15).
Jesús no desprecia la ley de Moisés; tampoco la considera intocable. Quiere que sepamos pasar de la letra al espíritu de la ley. En los próximos días escucharemos repetidamente: Oísteis que…; pero yo os digo que. Su ley es la del amor, y el amor es el cumplimiento perfecto de toda ley. Amor en sus dos dimensiones: Dios y prójimos.
Dice el Papa Francisco que hoy también se da el riesgo de vivir como cristianos de forma tradicional, o realizar ritos externos que no aproximan a Dios, ni mejoran actitudes. Jesús viene a dar plenitud a la vida, no a hacerla rutina, ni tradición, sino a hacerla más cercana a Dios para que su bondad estimule el bien entre las personas.
Jesús nos invita a no quedarnos en la exterioridad de la ley; hay que profundizarla. Nos invita a la interioridad. ¿Qué significa esto? Significa saber entrar en lo interior, no para encontrarnos con nosotros mismos, sino para encontrarnos con el Dios-Trinidad, acompañados de la Palabra de Dios. Recordemos: Si alguien me ama cumplirá mi palabra, mi Padre lo amará, vendremos a él y habitaremos en él (Jn 14, 23). Una vez inmersos en ese encuentro descubrimos que la solidaridad va de la mano de la intimidad. Es una intimidad en la que todo el mundo tiene cabida.
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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