Lectura del Evangelio según Mateo
Mt 23,27-32
«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad.
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos, y decís: ` Si nosotros hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos tenido parte con ellos en la sangre de los profetas!' Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»
¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia!
Continúa el largo y tremendo ataque de Jesús a un estilo de religiosidad dominado por la ley y la exterioridad. Sus representantes en los tres primeros Evangelistas son los escribas y fariseos; el cuarto Evangelio prefiere hablar de LOS JUDÍOS. Jesús tuvo la oposición de toda autoridad, civil, intelectual o religiosa. La más visceral y virulenta fue la intelectual y religiosa, representada por escribas y fariseos.
No pensemos que semejante adulteración de lo religioso sea cosa de aquellos tiempos y de aquellos colectivos. Estamos ante una mala hierba que germina y crece cómoda en ambientes piadosos de todos los tiempos. Pone mucho énfasis en la ley, la disciplina, la moralidad, el voluntarismo. Sabe muy poco de Dios porque sabe muy poco de misericordia.
No tengamos reparo en aceptar estas palabras de Jesús como dirigidas a todos nosotros. Él quiere alertarnos ante el peligro de momificar nuestra religiosidad. Estemos atentos a los síntomas de momificación. Me convierto en momia cuando me creo mejores que otros; cuando distingo mucho entre lo de dentro y lo de fuera, o distingo mucho entre lo profano y lo sagrado.
Hoy celebramos a san Agustín. Después de una alborotada vida, Agustín se vio sobrepasado por el amor de Dios. Entonces comprendió que el alma de toda religión y de toda existencia es la misericordia. El Papa Francisco lo dice así: Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta que no se haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia.
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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