Lectura del Evangelio según Lucas
Lc 6,1-5
Sucedió que, cruzando un sábado por unos sembrados, sus discípulos arrancaban espigas, las desgranaban con las manos y se las comían. Algunos de los fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?» Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y tomando los panes de la presencia, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?» Y les dijo: «El Hijo del hombre es señor del sábado.»
Les dijo: El Hijo del Hombre es señor del sábado.
Ayer era sobre el ayuno; hoy, sobre el sábado. Jesús se muestra sorprendentemente libre ante elementos tan fundamentales de la religión. Tanto que los judíos más piadosos y más observantes se escandalizan. Ellos viven maniatados por el rigorismo de leyes que en el fondo, si bien entendidas y bien vividas, deberían ser fuente de libertad y de plenitud de vida. Insistir en observar la letra de la ley olvidando su espíritu, acaba haciéndonos perder de vista a Dios.
Esto es lo que san Pablo echa en cara a los cristianos de las comunidades de Galacia: Si por la ley se obtuviera la justicia, habría muerto en vano Cristo (Gal 2,21). Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud (Gal 5, 1). La ley es buena si está al servicio del amor; pero no es buena si no está al servicio del amor. El legalismo judío consiguió hacer del sábado, día festivo y liberador, un día opresivo y sofocante.
El virus del legalismo no sabe de religiones y puede infiltrarse también en la vida del cristiano. Así sucede cuando, por ejemplo, se asiste a la misa dominical por imperativo legal. Entonces es imposible celebrar un encuentro gozoso con el Señor y con la comunidad. San Agustín decía: Ama y haz lo que quieras. Debo cumplir con el día del Señor, y con todo mandamiento, con el gusto de quien satisface una necesidad personal. Es la necesidad de expresar rotundamente la centralidad de Dios en mi vida; la necesidad de expresar comunitariamente mi fe en Jesús de Nazaret.
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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