viernes, 28 de agosto de 2020

Evangelio del 29 de agosto. Martirio de San Juan Bautista.

Lectura del Evangelio según Marcos 

Mc 6,17-29

Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto. Y llegó el día oportuno, cuando Herodes, en su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea. Entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.» Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.» Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.» El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y de los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura. 


Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan.

Fue en la fortaleza de Maqueronte donde Herodes Antipas mandó decapitar a Juan. Jesús llamó zorro a Herodes cuando éste trató de alejarlo amenazándole de muerte (Lc 13, 31). Más tarde, en las horas de la pasión, se encontraron cara a cara (Lc 23). Herodes, que esperaba divertirse, solamente obtuvo el silencio por parte de Jesús. Ante la injusticia y ante la imposibilidad de diálogo, lo más sabio es el silencio.

El Bautista sella con su sangre el testimonio que ha dado con su predicación y con su vida. Una vida toda ella orientada hacia quien él llama el Cordero de Dios; el que viene de arriba y está por encima de todos (Jn 3, 31). El Bautista tiene claro que él no es la Palabra; es solamente la voz, el dedo que señala hacia Jesús. Todo el Antiguo Testamento habla por medio de él. Tiene claro que debe disminuir para que Jesús crezca.

Juan era una voz fugaz. Cristo la palabra eterna desde el principio. Quita la palabra, ¿qué es la voz? La voz sin la palabra entra en el oído pero no edifica el corazón. El sonido de la voz se dejó oír para cumplir su tarea y desapareció (San Agustín).

En esta celebración del martirio del Bautista tratemos de mirar cara a cara la etapa final de nuestra vida y nuestra propia muerte. Como dice el Papa Francisco, también nosotros, lo queramos o no, vamos por el camino del abajamiento existencial de la vida. Y esto impulsa a rezar para que este abajamiento se asemeje lo más posible al de Jesucristo.

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa. Santander, Cantabria. España. 

Fuentes: EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

La Buena Noticia. Meditación con el Evangelio del día.

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