Lectura del santo Evangelio según Mateo
Mt 15,1-2.10-14
Entonces se acercan a Jesús algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, y le dicen:
«¿Por qué tus discípulos transgreden la tradición de los antepasados? Pues no se lavan las manos a la hora de comer.»
Luego llamó a la gente y les dijo:
«Oíd y entended. No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre.»
Entonces se acercan los discípulos y le dicen:
«¿Sabes que los fariseos se han escandalizado al oír tu palabra?»
Él les respondió:
«Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz. Dejadlos: son ciegos y guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo.»
¿Por qué tus discípulos transgreden la tradición de los
antepasados? Pues no se lavan las manos a la hora de comer.
Los escribas y fariseos se le quejan. No les preocupa la guarda
de unas normas de higiene. Han convertido las normas higiénicas en normas
religiosas. Parecen convencidos de que una buena relación con Dios depende de
la escrupulosa atención a rituales y prácticas externas. Teniendo en cuenta
nuestra corta capacidad de atención, es evidente que cuanta más atención
prestamos a lo exterior, menos atención prestamos a lo interior. El espíritu
fariseo se preocupa por la fachada. Se caracteriza también por la facilidad con
que se escandaliza aparatosamente ante los pecados ajenos. No así Jesús, que
parece inmune al escándalo. Lo vemos ante el traidor, ante Pedro, ante la
adúltera, ante la prostituta.
Nada que ver la religiosidad farisea con la de Jesús, que pone
por delante la transparencia y la limpieza del corazón. Jesús aborrece la
religiosidad farisea porque despersonaliza y esclaviza al hombre en lugar de
liberarlo.
Dejadlos: son ciegos y guías ciegos. Y si un ciego guía a otro
ciego, los dos caerán en el hoyo.
Tanto el pueblo como sus dirigentes se instalan en una
religiosidad gratificante porque irreprochable desde el punto de vista de la
ley. Pero, para Dios, ésa es una religiosidad superficial y carente de
compromiso: Este pueblo me honra con los labios, pero tiene lejos el corazón.
La projimidad, de la que gusta hablar el Papa Francisco, queda fuera del núcleo
de la religiosidad farisea. ¿No nos pasa algo de eso a nosotros, cuando nos
escondemos detrás de normas o de prácticas religiosas para no atender las necesidades
de otros?
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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