Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago, y a su
hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de
ellos.
El final de Jesús está cerca. Por eso decide ofrecer a sus más
cercanos discípulos una experiencia que les ayude a afrontar el tremendo trauma
de su pasión y de su muerte.
Señor, bueno es estarnos aquí.
La experiencia es tan hermosa que a Pedro le encantaría pasar su
vida entera en lo alto de aquel monte. Pero no puede ser así. El Papa Francisco
comenta: La transfiguración que viven les dota de lucidez y confianza. Como
Jesús, también nosotros necesitamos estos momentos para tomar distancia de lo
cotidiano y abrirnos al don y a la intemperie de Dios, que dan consistencia y
lucidez a nuestra fe y nos ayudan a mantenernos en los momentos oscuros cuando
las opciones se hacen costosas.
Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: Levantaos, no tengáis
miedo. Como Pedro
y sus amigos, y como el mismo Jesús, también nosotros sabemos de días de Tabor
y de días de Getsemaní; de días de sol resplandeciente, y de días de oscuridad
amarga. Contemplando al Transfigurado contemplamos el misterio del Hombre-Dios.
Real y auténtico cuando abatido por la angustia de Getsemaní; real y auténtico
cuando glorificado ante los discípulos en lo alto del monte.
La subida al Monte Tabor nos induce a reflexionar sobre la
importancia de separarse de las cosas mundanas, para emprender un camino hacia
lo alto y contemplar a Jesús. Se trata de ponernos a la escucha atenta y orante
de Cristo, el Hijo amado del Padre, buscando momentos de oración que permitan
la acogida dócil y alegre de la Palabra de Dios (Papa Francisco).
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
Fuentes: EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS
Meditación con el Evangelio del día. Buena Noticia.
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