jueves, 17 de septiembre de 2020

Evangelio del 17 de septiembre. Jueves 24.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 

Lc 7, 36-50

Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública. Al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume y, poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. 

Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: 

«Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.» 

Jesús le respondió: 

«Simón, tengo algo que decirte.» 

Él dijo: 

«Di, maestro.» 

«Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?» 

Respondió Simón: 

«Supongo que aquel a quien perdonó más.»

Él le dijo: 

«Has juzgado bien.» 

Y, volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: 

«¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.» 

Y le dijo a ella: 

«Tus pecados quedan perdonados.» 

Los comensales empezaron a decirse para sí:

«¿Quién es éste, que hasta perdona los pecados?»

 Pero él dijo a la mujer: 

«Tu fe te ha salvado. Vete en paz.» 



Un fariseo le invitó a comer.

No todos los fariseos eran fanáticos. Los había liberales y civilizados. Algunos llegaban a invitar a Jesús a sus casas. Pero, en el fondo, eran fariseos. Y siendo moralmente irreprochables, se sentían autorizados para juzgar a los demás.


En esto, una mujer, pecadora pública…, llorando, se puso a bañarle los pies con sus lágrimas y a secárselos con el cabello.

El fariseo siente desprecio hacia la mujer y repugnancia ante aquella escena poco edificante. Le gustaría echarla de su casa de malas maneras, pero la presencia del Jesús le frena. Por el contrario, a Jesús se le alegra el corazón al constatar el gozo de la mujer que se sabe plenamente perdonada. Es muy cierto que solamente el amor nos permite conocer verdaderamente a una persona.


Un acreedor tenía dos deudores: uno le debía quinientas monedas y otro cincuenta. Como no podían pagar, les perdonó a los dos la deuda. ¿Quién de ellos le tendrá más afecto?

Quien no es consciente de su pecado, quien se cree bueno, no siente la necesidad de perdón; como no recibe perdón, no ama tanto. Quien es consciente de su pecado, siente la necesidad del perdón; es perdonado y ama más. Y esto se pone de manifiesto en su relación con Dios y con los prójimos. En su vida dominan el agradecimiento a Dios y la benevolencia hacia los prójimos.


Al que se le perdona poco, poco afecto siente.

Quien no sabe de pecado, no sabe de perdón. Y quien no sabe de perdón, no sabe de salvación. La mujer sabía mucho de pecado, de perdón y de salvación. Su agradecimiento provoca que supere el amor razonable y calculador y le lleve a romper con todo protocolo social o religioso. 


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa

Santander Cantabria

España 


Fuentes: EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

              Meditación con el Evangelio del día. Buena Noticia.

             http://josenicolasmadrid.blogspot.com/2015/09/evangelio-del-dia-jesus-perdona-una.html

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