Lectura del santo Evangelio según Lucas
Lc 9,46-50
Se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo:
«El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor.»
Tomando Juan la palabra, dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros.»
Pero Jesús le dijo:
«No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros está por vosotros.»
Se suscitó una discusión entre ellos sobre quién de ellos sería el mayor.
Estamos en el capítulo 9 del Evangelio de Lucas. En este mismo capítulo, aunque en dos ocasiones distintas, Jesús les ha anunciado por dos veces su dramático futuro. Pero, nada que hacer; ellos siguen con sus sueños de grandezas terrenas.
Es para alabar a Dios ver que aquellos discípulos continúen en sus trece. Para alabar a Dios, porque si Él consiguió que el corazón de aquellos hombres y mujeres latieran finalmente al ritmo del suyo, también lo conseguirá con los nuestros. Conseguirá que dejemos de competir por ser los primeros y los mejores. Conseguirá que acabemos de entender que la verdadera grandeza está en el olvido de nosotros mismos y en la sensibilidad hacia los más pequeños.
El más pequeño de entre vosotros, es el mayor.
A Dios no se le conoce con elevados pensamientos y muchos estudios, sino con la pequeñez de un corazón humilde y confiado. Para ser grande ante el Altísimo es necesario vaciarse de sí mismo. El niño es precisamente el que no tiene nada que dar y todo que recibir. Es frágil. Depende de papá y mamá (Papa Francisco).
Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo porque nos viene con nosotros.
Los seguidores de Jesús, los cristianos, tenemos prohibido ser totalitarios, intolerantes o fanáticos. San Pablo nos dice: Hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud o valor, tenedlo en aprecio (Flp 4, 8). Todo; dondequiera que lo encontremos. Nada de pensar que tenemos el monopolio del bien y nada de excluir a los que no son de los nuestros.
Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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