sábado, 5 de diciembre de 2020

Evangelio del 6 de diciembre. Domingo 2º de Adviento.


Lectura del santo Evangelio según Marcos

Mc 1, 1-8


Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios. Conforme está escrito en Isaías el profeta:

Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas, apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados. Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. 

Juan llevaba un vestido de piel de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Y proclamaba: 

«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»




Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios.

Tan sencillo y tan sublime. Tan breve y tan inconcebible. Jesús, el bebé de María, ¡Hijo de Dios! Así comienza el libro de Marcos. Así comienza todo. Porque todo fue creado por Él y para Él (Col 1, 16).

Creer que el bebé de María es el Hijo de Dios es un milagro; y un gran privilegio. Es cosa del Espíritu, el único que da testimonio del Padre y del Hijo. Creer esto hace que toda otra propuesta de fe, por irracional que parezca, sea asumida con naturalidad.

El nacimiento del bebé de María, Hijo de Dios, abre para todo ser humano un futuro de vida plena. Para el creyente abre un presente que es anticipo de esa plenitud. Las catástrofes, las desgracias, las pandemias, las enfermedades, los pecados…, no son lo definitivo en la historia personal o universal. La última palabra de la historia personal y universal la tiene el amor misericordioso de Dios hecho hombre en el bebé de María. El Todomisericordioso está al principio y al final de todo. También en medio. Porque Él viene para que tengamos vida en plenitud (Jn 10, 10).

Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios.

En esto consiste la más profunda y la más verdadera conversión: en creer de corazón que el bebé de María es el Hijo de Dios. La conversión predicada por el Bautista no es falsa, pero se queda muy corta; le falta plenitud. Porque es el bebé de María quien nos libera de la culpa, del miedo, de todo lo que nos oprime y domina.

El Papa Francisco nos dice que esta liberación se pone de manifiesto en la alegría y la acogida como talante vital, frente al pesimismo, el miedo y la hostilidad hacia quienes son diferentes. Se pone de manifiesto, sobre todo, en aventurarnos en el riesgo de la confianza del amor incondicional de Dios.


Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del Pueblo Romano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. Amén.

Bajo tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa

Santander Cantabria

España 


Fuentes: Dibujos de Fano en color. Diócesis de Málaga: Portal de la Iglesia Católica de Málaga

              EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

              Evangelio Ilustrado. Facebook.

              Meditación con el Evangelio del día. Buena Noticia.

              https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2020-03/oracion-papa-francisco-divino-amor-salus-populi-romani.html

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