sábado, 23 de enero de 2021

Evangelio del 24 de enero. Domingo tercero.


 

Lectura del santo Evangelio según Marcos

Mc 1, 14-20

Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios:

«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.»

Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores.

Jesús les dijo:

«Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.»

Al instante, dejando las redes, le siguieron.
Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras Él. 


Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la Buena Noticia de Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio.

Concluye la misión del Bautista y comienza la de Jesús. Pero la vida y el mensaje de Jesús se parecen poco a la vida y el mensaje del Bautista. El Bautista proclama un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Jesús proclama una conversión consistente en creer en el Evangelio, en la Buena Noticia, en la insuperable noticia.

Creed en el Evangelio. Así de sencillo y así de rotundo. No se nos pide otra cosa sino eso: creer en el amor. Se nos pide confianza absoluta; estamos en las mejores manos, como niño en brazos de papá o mamá: En brazos seréis llevados, sobre las rodillas seréis acariciados. Como aquel a quien su madre consuela, así os consolaré yo. Al verlo, se alegrará el corazón, vuestros huesos como césped florecerán (Is 66, 12-14).

¡Jesús lo pone todo tan sencillo! ¿Por qué lo complicamos empeñándonos en recurrir a nuestros esfuerzos para conseguir santidad y salvación? Todo es gracia: No somos ninguna parte, por diligencias que hagamos para alcanzarlo, sino que es Dios quien lo hace (Sta. Teresa).

Jesús les dijo: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron.

Apenas comienza a proclamar su mensaje, Jesús se rodea de un grupo de compañeros. No busca en ambientes de gente especialmente preparada. Busca gente sencilla: pescadores, campesinos… No calibra los defectos que pueden obstaculizar su vocación, ni se deja condicionar por lo negativo de cada persona. Más bien se dedicará a potenciar las cualidades de cada uno. Todos se sienten acogidos y aceptados. Todos saben que nunca dirá nada negativo sobre ellos cuando ausentes.

El buen discípulo de Jesús, de ayer y de hoy, es el que sigue a Jesús; el que está en sintonía con Él. Hace lo que puede, confiando en que el Espíritu de Jesús actuará a través de su entrega. Por eso no le afectan tanto éxito o fracaso.


Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación del Pueblo Romano, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección. Amén.

Bajo tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!



Fuentes: http://sequevoycontigo.blogspot.com/2012/01/evangelio-del-domingo-22-de-enero.html

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