miércoles, 30 de marzo de 2022

Evangelio del 31 de marzo. Jueves 4° de Cuaresma.

Lectura del Santo Evangelio según Juan
Jn 5, 31-47

Jesús les dijo: 

"Si yo hago de testigo en mi favor, mi testimonio no tendrá valor. Pero Otro está dando testimonio de mí, y yo sé que es verdadero cuando da testimonio de mí. Ustedes mandaron interrogar a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Yo les recuerdo esto para bien de ustedes, para que se salven, porque personalmente yo no me hago recomendar por hombres. Juan era una antorcha que ardía e iluminaba, y ustedes por un tiempo se sintieron a gusto con su luz. Pero yo tengo un testimonio que vale más que el de Juan: son las obras que el Padre me encomendó realizar. Estas obras que yo hago hablan por mí y muestran que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me ha enviado también da testimonio de mí. Ustedes nunca han oído su voz ni visto su rostro; y tampoco tienen su palabra, pues no creen al que él ha enviado. Ustedes escudriñan las Escrituras pensando que encontrarán en ellas la vida eterna, y justamente ellas dan testimonio de mí. Sin embargo ustedes no quieren venir a mí para tener vida. Yo no busco la alabanza de los hombres. Sé sin embargo que el amor de Dios no está en ustedes, porque he venido en nombre de mi Padre, y ustedes no me reciben. Si algún otro viene en su propio nombre, a ése sí lo acogerán. Mientras hacen caso de las alabanzas que se dan unos a otros y no buscan la gloria que viene del Unico Dios, ¿cómo podrán creer? No piensen que seré yo quien los acuse ante el Padre. Es Moisés quien los acusa, aquel mismo en quien ustedes confían. Si creyeran a Moisés, me creerían también a mí, porque él escribió de mí. Pero si ustedes no creen lo que escribió Moisés, ¿cómo van a creer lo que les digo yo?"

Nunca habéis escuchado su voz.

El virulento enfrentamiento entre Jesús y los dirigentes judíos sigue adelante. Comenzó en este capítulo 5 con la curación del paralítico de Betsaida; continuará en los próximos capítulos. El desenlace será la cruz.

La religión judía, especialmente la de la Iglesia oficial, había sucumbido a esa tentación tan universal de domesticar a Dios. Habían conseguido hacer un dios a su medida, enjaulado en un templo y envuelto en un sinfín de leyes y preceptos.

Su palabra no habita en vosotros.

Jesús se olvida del templo y prescinde de tantas leyes y preceptos. Para los dirigentes judíos es un revolucionario blasfemo y peligroso. Los grandes amigos de Jesús serán, como Él, subversivos: Francisco de Asís, Teresa de Ávila…. Teresa denuncia el peligro de instalarnos, y pide ir comenzando siempre de nuevo. El secreto de caminar sin sentarnos nunca a la vera del camino radica en que su palabra habite en nosotros.

El testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan.

Jesús no dice cosas que ha oído. Él mismo, su persona, es la Palabra y la Verdad. Pero aquellos dirigentes judíos no le escuchan. Están cometiendo el mayor de los pecados, el pecado contra el Espíritu Santo. Es el pecado de no permitir a Dios ser Dios. Es el pecado de pretender ser yo mismo mi propio Dios. Es el pecado de ser yo mi propio camino y mi propia verdad y mi propia vida.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí.

No es posible el conocimiento de Jesús sin el conocimiento de las Escrituras, especialmente los Evangelios. Pero es posible ser experto en las Escrituras, como aquellos dirigentes judíos, y no estar en sintonía con Él.

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa. 

Santander, Cantabria. España

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