lunes, 9 de mayo de 2022

Evangelio del 10 de mayo. San Juan de Ávila.

Lectura del Santo Evangelio según Juan
Jn 10, 22-30

Era invierno y en Jerusalén se celebraba la fiesta de la Dedicación del Templo. Jesús se paseaba en el Templo, por el pórtico de Salomón, cuando los judíos lo rodearon y le dijeron: 

"¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo claramente".

Jesús les respondió: 

"Ya se los he dicho, pero ustedes no creen. Las obras que hago en el nombre de mi Padre manifiestan quién soy yo, pero ustedes no creen porque no son ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco. Ellas me siguen, y yo les doy vida eterna. Nunca perecerán y nadie las arrebatará jamás de mi mano. Aquello que el Padre me ha dado es más fuerte que todo, y nadie puede arrebatarlo de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos una sola cosa".

Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación y era invierno.

La fiesta de la Dedicación, también conocida como fiesta de las Luces, era celebrada por los judíos el 25 de diciembre. Se conmemoraba la nueva dedicación del templo de Jerusalén llevada a cabo por Judas Macabeo el año 163 a. C. (2 Mac 10, 1-8). En este ambiente festivo, y mientras Jesús pasea en el atrio del Templo, tiene lugar la última confrontación de Jesús con las autoridades religiosas.

Lo rodearon los judíos y le preguntaron: ¿Hasta cuándo nos tendrás en vilo? Si eres el Mesías, dilo claramente.

El Evangelista Juan no nos ofrece el juicio de Jesús ante el Sanedrín, donde todo estaba controlado por sus adversarios. Donde interrogaron a Jesús y el interrogatorio concluyó con la pregunta: ¿Eres tú el Hijo de Dios? Y Jesús respondió: Como decís, yo soy (Lc 22, 70). Aquí, paseando en el atrio del templo, Jesús controla la situación, y responde con parsimonia: Os lo he dicho y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí. Son sus obras las que hablan por Él. La respuesta de Jesús concluye con una afirmación categórica: Yo y el Padre somos uno.

El Evangelista Juan nos presenta a un Jesús capaz de dominar toda situación; incluso en el momento de su muerte. Es Juan quien mejor nos descorre el velo de su divinidad. Aunque para nosotros, humanos, lo mejor y lo más habitual será contemplarle humano como uno de nosotros, también nos vendrá bien contemplarle divino. Así tendremos siempre claro que Dios es siempre Dios. Un Dios que no sabe de crisis. Aunque está con nosotros en medio de la crisis, como con los discípulos durante la tormenta.


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa. 

Santander, Cantabria. España. 

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