lunes, 24 de junio de 2019

Evangelio del 24 de junio. Natividad de San Juan Bautista.


Lectura del santo Evangelio según Lucas 
Lc 1,5-25

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel; los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el grupo de su turno, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso.
Se le apareció el ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verle Zacarías, se sobresaltó, y el temor se apoderó de él. El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y convertirá al Señor su Dios a muchos de los hijos de Israel e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.»



El ángel le dijo: No temas, Zacarías, que tu petición ha sido escuchada, y tu mujer Isabel te dará un hijo, a quien llamarás Juan.
Es fácil apreciar coincidencias entre el nacimiento de Juan el Bautista y el de Jesús; sobre todo, en los hechos maravillosos que rodearon ambos eventos. En el caso de Jesús, todos los que lo oyeron se asombraban de lo que contaban los pastores (Lc 2, 18). En el caso de Juan, toda la vecindad quedó sobrecogida y se decían: ¿Qué va a ser este niño? (Lc 1, 65-66).

Lo extraordinario de los dos nacimientos nos puede, ¿o nos debe?, llevar a la conclusión de que ninguno de nosotros somos fruto de un azar biológico. Somos fruto del querer de Dios: Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias porque te has distinguido con portentos y son maravillosas tus obras. Conoces perfectamente mi aliento (Salmo 139, 13-14).

En esta fiesta del nacimiento del Bautista celebramos la fe: la suya y la nuestra. La fe que siempre acompañó a Juan y que compartimos los creyentes. La fe que le llevó a reconocer a Jesús en un hombre normal y corriente, y que así lo señaló a sus discípulos. La fe, por otra parte, que tuvo, como suele suceder, momentos de oscuridad  y duda: ¿Eres tú el que había de venir o tenemos que esperar a otro? (Mt 11, 3). La fe del Bautista, oscuridades incluidas, fue una fe fuerte…, hasta su trágica muerte en la prisión de Herodes.

Nos dice el Papa Francisco: Hoy también se necesitan cristianos convencidos, fuertes, valientes, para reconocer y proclamar a Jesús al mundo. ¿Te apuntas?


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 



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