martes, 25 de junio de 2019

Evangelio del 25 de junio. Martes 12.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 
Mt 7,6.12-14
«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.
Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran.»



No echéis lo santo a los perros, no echéis vuestras perlas a los puercos.
Es una frase que suena brutal; especialmente en labios de Jesús. Quizá podemos entender mejor lo que Jesús nos quiere decir con estas palabras de Teresa de Lisieux a una de sus hermanas: ¡Qué fácil es agradar a Jesús! Lo único que hay que hacer es amarle sin mirarse a sí mismo y sin examinar demasiado los propios defectos. Afortunadamente es a ti a quien estoy hablando, pues otras personas no sabrían comprender mi lenguaje, y confieso que a muy pocas almas les suena verdadero.  

¡Qué estrecha es la puerta!, ¡qué angosto el camino que lleva a la vida!, y son pocos los que dan con ella.
Solemos decir, y es verdad, que la vida del seguidor de Jesús es una vida de amplitud y plenitud. Pero ahora se nos habla de estrechez. Y con toda razón, porque nos vamos introduciendo en la plenitud según nos vamos despojando de todo. Nos toca remar contracorriente; contracorriente del mundo y del propio yo. Jesús es puerta estrecha: Quien quiera seguirme que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga (Mt 16, 24).

El Papa Francisco comenta: La imagen de la puerta se repite muchas veces en el Evangelio. Esta puerta es Jesús mismo. Él es el paso hacia la salvación. Él conduce al Padre. Y la puerta, que es Jesús, nunca está cerrada, está abierta siempre y a todos. Tal vez alguno de vosotros podrá decirme: Pero, Padre, seguramente yo estoy excluido porque soy un gran pecador. ¡No, no estás excluido! Precisamente por esto eres el preferido.


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


No hay comentarios:

Publicar un comentario