miércoles, 17 de julio de 2019

Evangelio del 17 de julio. Miércoles 15.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 
Mt 11,25-27
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: 
«Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.»


En aquella ocasión Jesús tomó la palabra y dijo: ¡Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se las diste a conocer a la gente sencilla!
En aquella ocasión. Encontramos esta plegaria también en Lucas (10, 21ss), pero en un contexto diferente. En Lucas, la plegaria brota del corazón de Jesús cuando los setenta y dos discípulos vuelven tan contentos de su primera misión. Aquí, en Mateo, el contexto es otro: Jesús acaba de recriminar amargamente a las poblaciones galileas  testigos de muchos de sus milagros que no se han arrepentido.

Contextos aparte, esta breve plegaria nos abre muy ancha la puerta del corazón de Jesús. El gozo le transfigura; gozo ante la predilección del Padre por los más pequeños, los más necesitados, los más ignorantes, los más pecadores.  Jesús lo pone de manifiesto en otros momentos. Por ejemplo, ante la pobre viuda que deposita sus dos moneditas en el cepillo del templo: Os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos (Lc 21, 3). Lo pone de manifiesto invitándonos a ser como niños, por su enorme capacidad de confianza y de asombro. Para entrar a formar parte de los predilectos de Dios no es necesario saber mucho ni ser inteligente. Basta confiar. La mayor profundidad en la ciencia de la sabiduría de Dios, coincide con la mayor sencillez.

Sería estupendo hacer nuestros los versos de Unamuno: Agranda la puerta, Padre, - porque no puedo pasar. – La hiciste para los niños, - yo he crecido a mi pesar. – Si no me agrandas la puerta, - achícame, por piedad. – Vuélveme a la edad bendita – en que vivir es soñar.


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


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