viernes, 27 de septiembre de 2019

Evangelio del 27 de septiembre. San Vicente de Paul.

Lectura del Evangelio según Lucas 

Lc 9,18-22

Estando una vez orando a solas, en compañía de los discípulos, les preguntó: 
«¿Quién dice la gente que soy yo?» 
Ellos respondieron: 
«Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos ha resucitado.» 
Les dijo: 
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» 
Pedro le contestó: 
«El Cristo de Dios.» 
Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.
Dijo: 
«El Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día.»



Estando Él una vez orando a solas, se le acercaron los discípulos y Él los interrogó: ¿Quién dice la multitud que soy yo?
Antes de concluir este capítulo del Evangelio Jesús va a decidir emprender el camino definitivo hacia Jerusalén. Estamos, por tanto, en los momentos finales del ministerio de Jesús en Galilea; su nombre es bien conocido en la región. Pero, ¿y su identidad? ¿Qué dicen de Él?: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que ha surgido un profeta de los antiguos. Todos están muy lejos del mejor conocimiento de Jesús.

Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
¿Podemos esperar de los Doce respuestas más convincentes? Sí; pero tampoco demasiado. Pedro responde: Tú eres el Mesías de Dios. Entendiendo que: tú eres quien nos va a restaurar el glorioso reino de David. Están todavía lejos, muy lejos, del superior conocimiento del Mesías Jesús, mi Señor, por el cual doy todo por perdido y lo considero basura con tal de ganarme al Mesías y estar unido a él (Flp 3, 8). Están todavía lejos, muy lejos, de entender que en Él reside corporalmente la plenitud de la divinidad y de Él recibís vuestra plenitud (Col 2, 9).

Este Hombre tiene que padecer mucho…
Costó mucho a los Doce, y a todos, aceptar la cruz como parte esencial de la identidad de Jesús; y del discípulo. Cuesta aceptar la indisoluble unidad de cruz y amor. Jesús insistirá en lo de la cruz, incluso después de resucitado: ¡Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera esto y entrara así en su gloria? (Lc 24, 25-26).
Y yo, ¿quién digo que es Él? La cosa da para un buen rato de oración.


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


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