Lectura del Evangelio según Lucas
Lc 17,11-19
De camino a Jerusalén, pasó por los confines entre Samaría y Galilea. Al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron:
«¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»
Al verlos, les dijo:
«Id y presentaos a los sacerdotes.»
Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo:
«¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?»
Y le dijo:
«Levántate y vete; tu fe te ha salvado.»
Los judíos no se trataban con los samaritanos; lo leemos en el relato de la Samaritana (Jn 4, 9). El libro del Eclesiástico va más lejos: Dos naciones aborrezco y la tercera ya no es pueblo: los habitantes de Seír y Filistea y el pueblo necio que habita en Siquén (Ecco 50, 25-26). A pesar de esto, ¿o quizá por esto mismo?, el Evangelio nos ofrece, como ejemplo a seguir, a varios samaritanos: la samaritana (Jn 4), el buen samaritano (Lc 10), el leproso de hoy.
Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz, y, postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias.
Los diez leprosos se habían acercado a Jesús; los diez habían hecho una buena oración: Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Todos saben pedir, pero solamente uno sabe agradecer. ¿Por qué somos tan rácanos en el agradecimiento? Probablemente porque para ser agradecido hay que ser sabio y humilde. La persona irreflexiva o autosuficiente no sabe agradecer. Piensa que lo suyo es sentarse a la mesa con todo preparado; no se da cuenta de que otros han trabajado y merecen nuestro agradecimiento.
¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios, sino este extranjero?
Los otros nueve leprosos continúan su camino hacia los sacerdotes, tal como les ha mandado Jesús. Representan la manera más triste y sombría de vivir el cristianismo. El cumplimiento de la ley les impide gustar y agradecer la gratuidad y la belleza de la luz y del perdón. El Papa Francisco comenta: Diez leprosos son curados, pero solo uno recibe la salvación. Recibir un signo del poder de Jesús, si no lleva a vivir desde la fe, no llena la vida, no la salva.
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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