martes, 11 de junio de 2019

Evangelio del 11 de junio. San Bernabé, apostol.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 

Mt 5,13-16

«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.»



Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo.
Sal y luz, dos imágenes que plasman la capacidad transformadora del Evangelio. Con su esplendor y con su discreción. Nosotros, los evangelizados, estamos llamados a ser sal y luz, con tanto esplendor como discreción; sin abrumar a nadie con sermoneos; irradiando la riqueza y la belleza que llevamos dentro. Tengamos en cuenta que Jesús nos habla de la sal y de la luz justo después de las Bienaventuranzas. Lo cual nos dice que hay que entender lo de la sal y la luz desde las Bienaventuranzas. Vivirlas es vivir contracorriente. Y esto generará la persecución de que Jesús nos habla como conclusión de las Bienaventuranzas.

La sal no se ve, pero sazona la comida. También la luz: aunque no se vea, ilumina. Un cristiano insulso es un contrasentido; no podemos ser insulsos. Tampoco podemos ser oscuros y opacos, porque somos nosotros los que damos sentido a todo: al universo entero y a la historia tanto universal como personal.

Brille igualmente vuestra luz ante los hombres, de modo que al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre del cielo.
¿En qué piensa Jesús cuando dice vuestras buenas obras? En las Bienaventuranzas. Para Él, que dijo de sí mismo: Yo soy la luz del mundo (Jn 8, 12), el momento de máxima luminosidad llegará cuando sea insultado, rechazado, y colgado en la cruz. Y su reacción será la de la mansedumbre y el perdón. Y como el Maestro, así el discípulo.

Vosotros sois la sal…Vosotros sois la luz. Me pregunto: En el entorno en que vivo, ¿soy fuente de luminosidad y de sabor, o soy más bien fuente de fastidio y pesadumbre?


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


               

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