jueves, 6 de junio de 2019

Evangelio del 6 de junio. Jueves 7º de Pascua.

Lectura del santo Evangelio según Juan 

Jn 17, 20-26


«No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí. Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.»



Padre, quiero que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy, para que contemplen mi gloria; la que tú me diste porque me amaste antes de la creación del mundo.
Tratamos de hacernos un sitio en la mesa del Cenáculo. Nos sentamos calladitos con los otros discípulos, y absorbemos con veneración cada una de las palabras que brotan de los labios de Jesús. Somos conscientes de que, igual que Pedro y compañeros, tampoco nosotros entendemos gran cosa. Pero nos importa poco, porque sí que somos muy gozosamente conscientes del privilegio de ser testigos de primera mano de esta efusión tan íntima del corazón de Jesús.

Estén conmigo donde yo estoy. Acabábamos de oír: Cuando vaya y os lo tenga preparado, volveré para llevaros conmigo (Jn 14, 3). Y todo esto nos hace evocar lo que nos dijo aquel día que volvíamos tan contentos de nuestra primera misión: No os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos (Lc 10. 20).
Les di a conocer tu nombre y se lo daré a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos y yo en ellos.

Jesús tiene muy especialmente presentes en su oración a los que creemos en Él. Habrá momentos en que parece olvidarse de nosotros, como hubo en su propia vida momentos en que el Padre pareció olvidarse de Él. Lo que sintamos en esos momentos tiene un valor muy relativo; lo que realmente vale, y es más fuerte que cualquier sentimiento, es el amor; nunca falla: ¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré (Is 49, 15).


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


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