viernes, 7 de junio de 2019

Evangelio del 7 de junio. Viernes 7º de Pascua.

Lectura del santo Evangelio según Juan 

Jn 21, 15-19


Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: 
«Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» 
Le dice él: 
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» 
Le dice Jesús: 
«Apacienta mis corderos.» 
Vuelve a decirle por segunda vez: 
«Simón de Juan, ¿me amas?» 
Le dice él: 
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» 
Le dice Jesús: 
«Apacienta mis ovejas.» 
Le dice por tercera vez: 
«Simón de Juan, ¿me quieres?» 
Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: 
«¿Me quieres?» 
Y le dijo: 
«Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» 
Le dice Jesús: 
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.» 
Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. 
Dicho esto, añadió: 
«Sígueme.»

Cuando terminaron de comer, dijo Jesús a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres más que estos?
Son tres las preguntas de Jesús a Pedro; siempre la misma: ¿Me amas? Tres las respuestas de Pedro a Jesús; siempre la misma: Tú sabes. Tres las veces que Jesús confía a Pedro una misión; siempre la misma: Apacienta. ¿Cómo vemos a Pedro en ese momento? Avergonzado; el Señor le está recordando las tres negaciones. ¿Por qué el Señor se pone cruel con Pedro y no pasa por alto lo pasado? Porque cree que esa es la mejor manera de que lo pasado se convierta en algo positivo de cara al futuro; algo así como la camilla para el paralítico (Mc 2, 11); algo así como las llagas en el cuerpo del Resucitado.

Pedro se entristeció de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le dijo: Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.
Con la dolorosa experiencia de las tres negaciones de la noche del gallo Pedro ha aprendido mucho. Ya no se fía de sí mismo; se fía únicamente de Jesús. Y éste es el momento en que Jesús devuelve a Pedro toda su confianza. Éste es el momento en que Pedro adquiere una seguridad interior insuperable al saberse totalmente perdonado y absolutamente querido. Como en el caso de la mujer pecadora en casa de Simón (Lc 7, 48), Pedro ama mucho a Jesús porque se le ha perdonado mucho. Ama poco aquel a quien se le ha perdonado poco.


Jesús perdona para siempre; perdona y olvida. Nunca confesemos, como quizá se nos enseñó, pecados de la vida pasada: No me acordaré más de su pecado (Jer 31, 34).


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 

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