jueves, 3 de septiembre de 2020

Evangelio del 3 de septiembre. San Gregorio Magno.

Lectura del santo Evangelio según Lucas 

Lc 5, 1-11

Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba a su alrededor para oír la palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas y estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: 

«Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» 

Simón le respondió: 

«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.» 

Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.

Al verlo, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: 

«Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.» 

Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón: 

«No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» 

Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron. 

Simón le respondió: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.

Es un momento de abatimiento para Pedro. Está desanimado por el cansancio y el fracaso del trabajo durante la noche. Jesús le ha dicho: Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca. Su primera reacción ha sido la de mandar a paseo a Jesús, porque lo que pide es un despropósito y porque Jesús no sabe de pesca. Pero Pedro supera su primer impulso y obedece a regañadientes. Es una gran lección: Por tu palabra, echaré las redes.


Al verlo, Simón Pedro cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: Aléjate de mí, que soy un hombre pecador.

Es un momento de gracia para Pedro. Es precisamente en ese momento de abatimiento cuando la luz de la verdad le deslumbra. La gran cantidad de pescado le hace ver el asombroso esplendor de Jesús. Y desde ese esplendor percibe su propia miseria. Parecido a lo sucedido a Moisés: Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahvé, pues concedo mi favor a quien quiero (Ex 33, 19).


Pedro nunca se ha sentido tan pecador como ahora. Y nunca como ahora ha tenido a Jesús tan cercano. Ahora comienza a comprender a Jesús, y su mensaje de misericordia y perdón, y su acogida a pecadores.


Reconocer el pecado, siempre desde la misericordia de Jesús, y pedir perdón, es la mejor manera de permanecer en Él, como el sarmiento en la vid. La conciencia profunda de pecado del creyente es cosa muy saludable si vivida desde la conciencia, más profunda aún, de que Dios es amor y solo amor.

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa

Santander Cantabria

España 


Fuentes: EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS

Meditación con el Evangelio del día. Buena Noticia.

https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/rescatados-en-el-estrecho-157-inmigrantes-siete-pateras/10004-3456184

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