Lectura del Evangelio según Lucas
Lc 12,13-21
Uno de la gente le dijo:
«Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.»
Él le respondió:
«¡Hombre! ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?»
Y les dijo:
«Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aunque alguien posea abundantes riquezas, éstas no le garantizan la vida.»
Les dijo una parábola:
«Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: `¿Qué haré, pues no tengo dónde almacenar mi cosecha?' Y dijo: `Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, edificaré otros más grandes, reuniré allí todo mi trigo y mis bienes y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea.' Pero Dios le dijo: `¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?' Así es el que atesora riquezas para sí y no se enriquece en orden a Dios.»
Así es el que atesora riquezas para sí y no se enriquece en orden a Dios.
Es la conclusión de la parábola del rico insensato. A Jesús le gusta caricaturizar los vicios en que podemos caer todos; en este caso el de quien se deja seducir por las riquezas materiales. Coquetear con el dinero y los bienes materiales es como coquetear con el coronavirus; al final caemos en sus garras. Y, aunque podemos parecer asintomáticos, somos fuente de contagio al entrar a formar parte de un sistema de injusticia hacia los más desfavorecidos. Porque una de las características de quien atesora para sí, material o espiritualmente, es olvidarse de los demás.
Esto vale también para los bienes espirituales: devociones y ejercicios de piedad. Podemos ser ricos en piedad y pobres en projimidad. Recordemos que al atardecer de la vida nos examinarán únicamente sobre el amor.
Mirad y guardaos de toda codicia, porque, aunque alguien posea abundantes riquezas, éstas no le garantizan la vida.
El protagonista de la parábola no posee riquezas; son las riquezas las que le poseen a él. Erich Fromm escribe: El hombre puede ser un esclavo sin cadenas. Y San Pablo llega a decir: La raíz de todos los males es el afán de dinero. Algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos sufrimientos (1 Tim 6, 10).
Lo más importante de la vida no es objeto de compra y venta, sino que su lógica es la del don y la gratuidad. Es urgente encarnar un estilo de vida sobrio, sencillo y resistente al consumo, en el que la persona esté en el centro y no el beneficio, para hacer posible el proyecto inclusivo de Jesús (Papa Francisco).
Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
Fuentes: EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS
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