viernes, 25 de diciembre de 2020

Evangelio del 26 de diciembre. San Esteban.

Lectura del santo Evangelio según Mateo 

Mt 10,17-22

"Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.
Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará."


El hermano entregará al hermano a la muerte.

Ayer celebrábamos con gozo la sabiduría y la omnipotencia de Dios hechas ternura en el bebé de María. Hoy constatamos con tristeza la insensatez humana del odio y de la sangre ante el asesinato del primero de tantos millones de mártires. La ternura de Dios hecho Niño que celebramos en Navidad, contrasta con la violencia y la injusticia estructural naturalizada con la que convivimos (Papa Francisco).

Esteban no es asesinado por los poderes malvados del mundo, sino por personas de templo y de piedad. El joven Saulo, el moralmente intachable fariseo, el futuro san Pablo, fue cómplice de la ejecución. Evidentemente, la salvación que Jesús nos trae se enfrenta al poder del mal que anida en todo ser humano. Y el poder del mal solamente es vencido con el perdón. Esteban muere con la misma actitud de perdón y confianza que su Señor: Señor Jesús, recibe mi espíritu.

Jesús habla con frecuencia de persecuciones. Unas veces se refiere a sí mismo, otras a todos sus discípulos: No está el discípulo por encima del maestro (Mt 10, 24). Llega incluso a asegurar que estamos llamados a encontrar precisamente ahí nuestra dicha: Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa (Mt 5, 11).

En la vida de Jesús abundan conflicto y persecución. Todos debemos aprender a vivirlos con serenidad. Tanto si la persecución proviene de fuera, como de dentro. Lo más complicado es encontrar la dicha en la persecución que proviene de los enemigos que llevo dentro. Si no me reconcilio con mi historia pasada y con la cizaña que llevo dentro, seré un rehén de mis ilusiones y una víctima de las consiguientes decepciones.

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa

Santander Cantabria España

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MEDITACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA. LA BUENA NOTICIA.

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