jueves, 31 de diciembre de 2020

Evangelio del 31 de diciembre.

Lectura del santo Evangelio según Juan

Jn 1, 1-18

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre, viniendo a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre sino que nacieron de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.


Al principio ya existía la Palabra y la Palabra se dirigía a Dios, y la Palabra era Dios… Todo existió por pedio de ella, y sin ella nada existió de cuanto existe.

Lucas nos presenta el nacimiento de Jesús con lenguaje de hombres; Juan, con lenguaje de ángeles. Es cosa común en la Escritura personificar conceptos tales como Sabiduría o Palabra. Cuando eso sucede hay que escribir esos términos con mayúscula. Pero, hasta la venida de Jesús, permanecen imprecisos, difíciles de comprender. Pero ahora, con Jesús, se hacen cuerpo visible y tangible. Él es la Sabiduría, Él es la Palabra. Él irá incluso más lejos y se atribuirá a sí mismo términos como Verdad, Vida…

Jesús es la Palabra. Dios no tiene otra. Con Jesús nos lo dice todo. San Juan de la Cruz imagina al Padre celestial diciéndonos esto: Pon los ojos solo en Él, porque en Él te lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en Él aún más de lo que pides y deseas. La humanidad de Jesús no es una mampara que encubre a Dios; es pura transparencia de la divinidad. Esto puede parecernos tan hermoso como utópico. Y, a pesar de lo que decimos creer, continuaremos levantando los ojos al cielo cuando deberíamos encontrarle en la tierra.

La Palabra se hizo hombre y acampó entre nosotros. Y nosotros contemplamos su gloria.

Nosotros contemplamos y cantamos su gloria. Como lo hace un místico actual: Al Hijo de Dios cantemos, - ¡ay, gracia desenfrenada!, - ni los cielos sospecharon – que el mismo Dios se encarnara. - - Cantad, criaturas todas, - que todas estáis salvadas, - y con la boca quedaos – al Padre diciendo: ¡Gracias! (Himno litúrgico navideño).

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa

Santander Cantabria

España 


Fuentes: EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS Meditación con el Evangelio del día. Buena Noticia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario