Lectura del santo Evangelio según Marcos
Mc 2,13-17
Salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba. Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice:
«Sígueme.»
Él se levantó y le siguió.
Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían.
Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los discípulos:
«¿Qué? ¿Es que come con los publicanos y pecadores?»
Al oír esto Jesús, les dice:
«No necesitan médico los que están fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»
Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: Sígueme. Él se levantó y le siguió.
Sucede al pasar; como por casualidad. Jesús no se detiene. Solamente una mirada, acompañada de una palabra: Sígueme. Y Leví se levanta y le sigue. ¡Cuánto poder en esa palabra! El mismo poder que cuando dice: ¡Lázaro, sal afuera! Es un poder misterioso. Porque no contempla la posibilidad del rechazo, y porque la aceptación se hace con plena libertad. Es como el poder del amor, que obligando a actuar de una manera determinada, actúa de forma gozosamente libre.
Y sucedió que estando Él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Después de levantarse y ponerse en camino Leví pasa a sentarse a la mesa de la comida, icono de hermandad y bienestar. Ha dejado atrás la mesa de los impuestos, icono de corrupción y opresión del pueblo. Hay sitio para todos en la mesa de la hermandad. El Papa Francisco comenta: La Iglesia no es una fortaleza cerrada, sino una tienda de campaña capaz de agrandarse para recibir a todos. Es una Iglesia en salida, una Iglesia con las puertas siempre abiertas.
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
Los ‘justos’ no se atreven a presentar sus protestas a Jesús. Se quejan ante los discípulos; piensan que todavía no habrán sido contagiados por esa insensata conducta del maestro frecuentando personas poco recomendables. Jesús, que conoce bien la opinión de esos ‘justos’, la expresa así: Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores (Lc 7, 34).
Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
Fuentes: EL SITIO WEB OFICIAL DE LOS CARMELITAS Meditación con el Evangelio del día. Buena Noticia.
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