domingo, 10 de abril de 2022

Evangelio del 11 de abril. Lunes Santo.

Lectura del Santo Evangelio según Juan
Jn 11, 1-12

Seis días antes de la Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Allí lo invitaron a una cena. Marta servía y Lázaro estaba entre los invitados. María, pues, tomó una libra de un perfume muy caro, hecho de nardo puro, le ungió los pies a Jesús y luego se los secó con sus cabellos, mientras la casa se llenaba del olor del perfume. Judas Iscariote, el discípulo que iba a entregar a Jesús, dijo: 

«Ese perfume se podría haber vendido en trescientas monedas de plata para ayudar a los pobres». 

En realidad no le importaban los pobres, sino que era un ladrón, y como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella. Pero Jesús dijo: 

«Déjala, pues lo tenía reservado para el día de mi entierro. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre». 

Muchos judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por ver a Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Entonces los jefes de los sacerdotes pensaron en dar muerte también a Lázaro, pues por su causa muchos judíos se alejaban de ellos y creían en Jesús.

Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena.

La última semana de la vida pública de Jesús comienza con esta escena, tan luminosa y perfumada por una parte, como tenebrosa por otra por la presencia de Judas. Las hermanas de Betania quieren agradecer a Jesús el haberles devuelto vivo a su hermano Lázaro. Jesús preside la mesa. Como vemos en tantas páginas de los Evangelios, le encanta la convivialidad. Y se deja querer; y se deja hacer.

María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

María no abre la boca, pero es muy elocuente con su gesto. Es un gesto insólito, nada convencional. Es un derroche escandaloso; una expresión de amor sin ningún tipo de cálculos. A un enamorado cualquier obsequio le parece pequeño. El aroma de tal generosidad y cariño impregna la casa y los corazones. ¿Dónde ha aprendido María a comportarse de manera tan delicada y tan en sintonía con Jesús? En la escuela de la Palabra: María, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra (Lc 10, 39).

Siempre, las tres veces que ella aparece en los Evangelios, está a los pies de Jesús. Así es cómo ella sola, entre todos los que acompañan a Jesús, entiende el momento que Jesús está viviendo. Entendamos bien todos los que nos consideramos amigos de Jesús, que puede ser peligroso embarcarse en el camino de la oración dejando de lado la escucha de la Palabra. Peligroso; podemos acabar quedándonos con nosotros mismos.


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa. 

Santander, Cantabria. España

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