domingo, 3 de abril de 2022

Evangelio del 4 de abril. Lunes 5° de Cuaresma.

Lectura del Santo Evangelio según Juan
Jn 8, 12-20

De nuevo les habló Jesús: 

“Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” 

Le dijeron los fariseos: 

“Tú das testimonio a tu favor: tu testimonio no es válido.” 

Jesús les contestó: 

“Aunque doy testimonio a mi favor, mi testimonio es válido, porque sé de dónde vengo y adónde voy; en cambio vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. Vosotros juzgáis según criterios humanos, yo no juzgo a nadie. Y si juzgase, mi juicio sería válido, porque no juzgo yo solo, sino con el Padre que me envió. Y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo soy testigo en mi causa y es testigo también el Padre que me envió.” 

Le preguntaron: 

“¿Dónde está tu padre?” 

Jesús contestó: 

“Vosotros no me conocéis ni a mí ni a mi Padre. Si me conocierais a mí, conoceríais a mi Padre.” 

Estas palabras las pronunció junto al lugar del tesoro, cuando enseñaba en el templo; pero nadie lo detuvo, porque no había llegado su hora.

Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.

No es tan sencillo vivir cómodamente instalados en la luz. La luz puede hacernos ver cosas desagradables en nosotros mismos. Tanto que, para no verlas, decidimos apagar el interruptor y quedarnos a oscuras. El que obra el mal rehúye la luz porque no quiere ser censurado. Jesús, la Luz, viene a poner al descubierto esos rincones oscuros que, aunque preferimos ignorar, están ahí y tienen el poder de tiranizar nuestras vidas. Al final del episodio de la curación del ciego de nacimiento Jesús dirá: He venido a este mundo para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos (Jn 9, 39).

Son muchas las tinieblas interiores que rechazan la luz; reciben el nombre de los siete pecados capitales. Son necesarias la sabiduría y la audacia del Espíritu para pedir que la Luz irrumpa en nosotros; Luz que iluminará todas las incógnitas de la vida: dolor, desgracias, muerte, pecado…

De todos modos, no conviene olvidar que en el reino de la Luz hay lugar para el pecado. Porque nada humano es absolutamente bueno, y nada absolutamente malo. La cizaña prospera en cualquier campo de trigo. Recordemos que Dios encerró a todos los hombres en la rebeldía para usar con todos ellos de misericordia (Rm 11, 32). Jesús es alérgico a los que se creen llenos de luz y sin sombra alguna. Reconocer nuestros rincones sombríos para abrimos a la Luz, es comenzar a disfrutar de la Luz de la Vida.

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa. 

Santander, Cantabria. España

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