lunes, 4 de abril de 2022

Evangelio del 5 de abril. Martes 5° de Cuaresma.

Lectura del Santo Evangelio según Juan
Jn 8, 21-30

De nuevo Jesús les dijo: 

"Yo me voy y ustedes me buscarán. Pero ustedes no pueden ir a donde yo voy y morirán en su pecado". 

Los judíos se preguntaban: 

"¿Por qué dice que a donde él va nosotros no podemos ir? ¿Pensará tal vez en suicidarse?"

Pero Jesús les dijo: 

"Ustedes son de abajo, yo soy de arriba. Ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Por eso les he dicho que morirán en sus pecados. Yo les digo que si ustedes no creen que Yo soy, morirán en sus pecados". 

Le preguntaron: 

"Pero ¿quién eres tú?" 

Jesús les contestó: 

"Exactamente lo que acabo de decirles. Tengo mucho que decir sobre ustedes y mucho que condenar, pero lo que digo al mundo lo aprendí del que me ha enviado: Él es veraz". 

Ellos no comprendieron que Jesús les hablaba del Padre. Y añadió: 

"Cuando levanten en alto al Hijo del Hombre, entonces conocerán que Yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que sólo digo lo que el Padre me ha enseñado. El que me ha enviado está conmigo y no me deja nunca solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a Él". 

Esto es lo que decía Jesús, y muchos creyeron en él.

Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces sabréis que Yo Soy.

Palabras que nos recuerdan las dirigidas a Nicodemo: Como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga en Él vida eterna (Jn 3, 14-15). El pueblo de Israel, hastiado del desierto, murmuraba de Dios y había sufrido la plaga de las serpientes venenosas. Para superar su mortal picadura debían mirar la serpiente de bronce hecha por Moisés y colocada en un mástil (Nm 21, 4-9). Así también, quienes formamos parte del nuevo pueblo de Dios, debemos poner los ojos en el Crucificado. Es ahí donde desaprendemos sobre Dios y donde aprendemos el mejor conocimiento de Dios. Es ahí donde hallamos el mejor antídoto ante las serpientes que envenenan la vida.

En verdad, los caminos de Dios no son los nuestros. Es increíble; el momento del mayor fracaso, y humillación es el momento de la manifestación suprema de la gloria de Dios; de la expresión suprema de su amor por nosotros hasta el extremo. En verdad, la locura divina es más sabia que los hombres, y la debilidad divina más fuerte que los hombres (1 Cor 1, 25).

Acostumbrémonos, muy especialmente en estos días pascuales, a poner los ojos en el Crucificado. Él es EL SEÑOR. ¿Por qué la cruz? Por amor. Nos amó porque nos amó; es el único amor enteramente gratuito. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos (Jn 15, 13s).

Basta ya de llorar por nosotros mismos con lágrimas contaminadas, con lágrimas de autocompasión. Es hora de derramar otras lágrimas. Lágrimas hermosas, de asombro, de alegría, de agradecimiento (R. Cantalamessa).


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa. 

Santander, Cantabria. España

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