Lectura del Evangelio según Juan
Jn 15,9-11
«Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado.»
Os he dicho esto para que participéis de mi alegría y vuestra alegría sea colmada.
La alegría es una corriente de agua viva que recorre el Evangelio de principio a fin, desde la Anunciación hasta la Ascensión. Será, a veces, una corriente subterránea, pero siempre está presente.
Jesús no nos quiere tristes o preocupados. Constantemente nos suplica que nunca perdamos la calma, que vivamos tranquilos, que confiemos en Él y en Abbá. Claro que a todos, como a Él, nos toca pasar por momentos duros. Como los de una parturienta: Pero cuando ha dado a luz a la criatura, no se acuerda de la angustia, por la alegría de haber traído un hombre al mundo (Jn 16, 21). Vuestra tristeza se convertirá en gozo (Jn 16, 20).
La alegría es el sello de una vida iluminada por el Evangelio. Ahí nacen las vivencias más profundas de paz interior al sabernos tan inmensamente amados. Por el contrario una vida cristiana no iluminada por el Evangelio, puede derivar en una actitud, como dice el Papa Francisco, de consumismo espiritual a la medida de un individualismo enfermizo.
Os he dicho esto para que participéis de mi alegría y vuestra alegría sea colmada.
Jesús no habla de alegrías pasajeras que dependen de circunstancias externas. Habla de su alegría; de algo suyo, muy suyo. Como cuando dice: Os dejo la paz, os doy mi propia paz (Jn 14, 27). O también: Yo les he dado a ellos la gloria que tú me diste a mí(Jn 17, 22). Por eso que esta alegría es un elemento esencial en la vida del cristiano. Por eso que, para vivir esta alegría, hemos de vivir en comunión con el Crucificado-Resucitado.
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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