viernes, 24 de mayo de 2019

Evangelio del 24 de mayo. María Auxiliadora de los Cristianos.

Lectura del santo Evangelio según Juan 

Jn 15,12-17

«Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.»



Éste es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado.
Jesús repite lo dicho poco antes, siempre en sus palabras de despedida durante la sobremesa de la Última Cena: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros (13, 34).

Ayer nos hablaba de la alegría como distintivo de lo cristiano. Hoy apunta más hondo; nos dice que el alma de todo lo cristiano es el amor a los prójimos. Y se pone a sí mismo como punto de referencia; pone el listón muy alto. Por eso buscamos sucedáneos más sencillos que satisfagan el corazón: dinero, sexo, poder… Pero son sucedáneos que, como el agua salada, en vez de satisfacer la sed, la aumentan.

Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.
En esto hemos conocido lo que es amor: en que Él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos (1 Jn 3, 16). Jesús, hombre como nosotros, sabe bien que la necesidad fundamental del corazón humano es la de sentirse amado, apreciado. Por eso que lo más grande que podemos hacer es amar. Así sintonizamos con Dios y prolongamos su acción en el mundo.
La persona de Jesús con su mensaje, con su Evangelio, no pretende otra cosa que hacernos felices. Quiere mostrarnos el camino a la plenitud del corazón haciéndonos ver lo mucho que somos queridos: Si vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo! (Lc 11, 13). Conscientes de recibir tanto amor, por fuerza tenemos que derramarlo a nuestro alrededor.

Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


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