sábado, 25 de mayo de 2019

Evangelio del 25 de mayo. Sábado 5º de Pascua.

Lectura del Evangelio según Juan 

Jn 15,18-21

«Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Su fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo. Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi palabra, también la vuestra guardarán. Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. »


Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Jesús habla a veces del mundo en sentido positivo: Tanto amó Dios al mundo. Otras veces, como hoy, la palabra mundo tiene un sentido muy negativo. Entonces el mundo es ese conglomerado de idolatrías opuestas al Evangelio: dinero, poder, violencia, etc. Idolatrías, o mundanidad, que se da tanto dentro como fuera de las estructuras eclesiales. No olvidemos que la oposición más fuerte la encontró Jesús en los poderes religiosos.

Evidentemente, si seguimos los pasos de Jesús, encontraremos la misma oposición. La mundanidad exterior hará oposición pensando que hace un servicio a la humanidad; la mundanidad interior hará oposición pensando  que hace un servicio a Dios. Quien vive el Evangelio se topa con la mundanidad, dentro y fuera. Pero comenzando con la interior. Dice el Papa Francisco: La mundanidad espiritual consiste en disolverse en el mundo, en perder la singularidad cristiana con el fin de confundirse con los demás.

La presión de nuestro mundo secularizado es fuerte sobre todos nosotros. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Cedemos a esa presión si, por ejemplo, tratamos de disimular nuestra fe. ¿Quizá por respeto humano?
Todo esto os lo harán a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió.
Jesús dice todo esto en torno a la mesa de la Última Cena, en un ambiente de intimidad. Los discípulos, como los del Tabor, continuarían allí sin moverse. Pero hay que salir; del Cenáculo a la misión: Para que vayáis y deis fruto (Jn 15, 16). Y sin miedos: Confiad; yo he vencido al mundo (Jn 16, 33).


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 



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