Lectura del Evangelio según Juan
Jn 15,1-8
«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la palabra que os he dicho. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos.»
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos.
¿Tendría san Pablo en mente este símil de la vid cuando nos ofrece el símil del cuerpo:Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno a su modo? (1 Cor 12, 27). Podría ser. Pero el símil de Jesús es más profundo que el de Pablo. Jesús apunta a lo esencial: el ser. Pablo apunta a lo accidental: el hacer. Antes que apóstoles, o profetas, o sacerdotes, todos somos discípulos de Jesús.
Permaneced en mí y yo en vosotros…; sin mí no podéis hacer nada.
No es que podamos mucho o poco; no podemos nada. San Pablo dice que todo, tanto el querer como el hacer, es cosa de Dios (Flp 2, 13). Nada de pensar que soy yo quien lleva la iniciativa y que, con la ayuda de Dios, conseguiré lo que me propongo. No hay nada, absolutamente nada, que no sea regalo. Bien decía san Agustín: Busca méritos, y a ver si encuentras algo que no sea gracia. Vivir bien impregnado de esta convicción de la gratuidad absoluta conduce a vivir la vida en la gratitud, en la alabanza, en la alegría, en la entrega.
Los sarmientos que dan fruto los poda, para que den aún más fruto.
Podamos vides y árboles frutales para que den más y mejor fruto. Jesús usa esta imagen para expresar que también el discípulo necesita ser podado para echar ramas con nueva savia. Dejarse podar cuesta, porque parece que se quita algo ya hecho. Pero si la vid no se poda, echa multitud de sarmientos y sus frutos son cada vez más pequeños. Aunque duela, es bueno dejarnos podar por el amor de Jesús (Papa Francisco).
Parroquia
de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España
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