martes, 28 de mayo de 2019

Evangelio del 28 de mayo. Martes 6º de Pascua.

Lectura del santo Evangelio según Juan 

Jn 16,5-11

«Ahora me voy a aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ‘¿A dónde vas?' Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré; y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia, porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado.»




Pero ahora me voy a aquel que me ha enviado, y ninguno de vosotros me pregunta: ¿Dónde vas?
Antes sí se lo habían preguntado. Primero Pedro (Jn 13, 36); después Tomás (Jn 14, 5). Finalmente los discípulos comprenden que la marcha de Jesús no tiene que ver con la geografía. Pero esto no les libera de la tristeza.

Por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza.
Les falta mucho por comprender. Piensan que nada podrá sustituir la presencia física de Jesús. Pronto comprenderán que la presencia de su Espíritu en ellos será mucho más significativa que su presencia corporal.

Os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya, porque si no me voy no vendrá a vosotros el Valedor, pero si me voy os lo enviaré.
Les conviene mucho. Porque Jesús, a pesar de lo que le quieren, sigue siendo para ellos un desconocido. No puede ser de otra manera, porque no es posible conocer al Jesús glorioso antes de su glorificación en la cruz y en la resurrección. Será Él, su Espíritu, el que les recordará todo lo que Jesús les ha dicho (Jn 14, 26); Él les llevará a la verdad plena (Jn 16, 13). Jesús continuará presente en ellos, más íntimamente presente que antes, por su Espíritu. Será una presencia más plena y más eficaz.

Cuando él venga convencerá al mundo de un pecado.
No se trata de un pecado de tipo moral; es algo más profundo. Es el pecado de no creer en Jesús y en su Evangelio: Vino a los suyos y los suyos no le acogieron (Jn1, 11). Es el pecado de autosuficiencia; de creer en nosotros mismos. Es un pecado que puede estar oculto en todos nosotros.


Parroquia de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa
Santander Cantabria
España 


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